jueves, 3 de mayo de 2012


Adjunto te hago llegar un articulo publicado en el diario la Jornada del día de hoy, para que lo dispongas en el sitio y tengan acceso a él tus compañeros.

La idea es que lo lean como complemento a la tarea que deben de entregarme el próximo miércoles.








La vida líquida y la modernidad descarnada
Javier Aranda Luna

Tal parece que el estandarte del progreso es una bolsa de plástico. Una de esas bolsas que encontramos rodando ingrávidas por las calles, meciéndose en las olas, atrapadas en un árbol o formando con otras miles, decenas de diminutos diques que impiden el fluir constante de los sistemas de drenaje.
Bolsas que forman islotes en los remansos de los ríos y dejan en sus orillas largos jirones que parecen aferrarse en cualquier protuberancia para no sucumbir al correr de las aguas. Bolsas que pintan como manchas blancas los campos verdes, que se levantan en los remolinos quién sabe hasta dónde ni por cuánto tiempo y que en su rodar por el mundo dejan un rumor de hojarasca a un lado de la pirámide de Gizeh, en Wall Street, en Bombay, en los hielos perpetuos del Ártico, en los humedales de la selva Lacandona o en las oscuras grutas de Cacahuamilpa.
Si antes lucían pletóricas de mercancías, ahora, hinchadas por el viento encierran en su abultado cuerpo aire, nada, acaso un poco de polvo. Son el símbolo del desecho, el producto más abundante de la modernidad.
Es verdad que el progreso se puede medir por el nivel de vida de las personas y que podemos verlo en objetos, productos, mercancías., servicios. ¿Pero de veras necesitamos que nuestro celular también sea una linterna, una báscula, un espejo y una brújula? No niego que es cómodo consultar el correo en un teléfono móvil o seguir una noticia, pero de qué sirve recibir la alerta sobre las promociones de un banco en vacaciones, de una pizzería a mitad de la noche o una invitación a un concierto de una música que ni nos gusta o una alerta que invita cordialmente mediante una grabadora a votar por el cambio.
En esas bolsas compramos lo necesario para vivir y las más de las veces para perpetuar ese ciclo de vida líquida en la que todo es perecedero demasiado pronto porque su ritmo es una sucesión incesante de nuevos comienzos, estrenos, tendencias, modas, como escribe Zygmunt Bauman en varios de sus libros. Dice Bauman que la vida líquida, por su constante movimiento, es devoradora porque asigna al mundo y a todos sus fragmentos animados e inanimados, el papel de objetos de consumo.
Y el mundo cosificado, vuelto cosa, debe actualizarse si se quiere mantener en forma: yendo al gimnasio, poniendo al día los programas de nuestra computadora, tomando cursos, seminarios, actualizando nuestro clóset, nuestro armario y a nosotros mismos.
Pero todo objeto de consumo tiene una vida útil, una fecha de caducidad, un tiempo en el que la obsolescencia avanza y se deprecia el valor de nuestros autos, teléfonos y computadoras.
Lo que no percibimos con suficiente atención, nos dice Bauman, es que esa obsolescencia es una caducidad programada. ¿A cuántos no nos han dicho que nos sale más barato comprar una televisión o una impresora nuevas que reparar las que tenemos porque no hay refacciones o están descontinuadas? Y si antes existían refacciones más o menos universales para todos los autos ahora existen no sólo para cada marca, sino para cada modelo.
Por eso los desechos, según este filósofo de origen polaco, son el producto básico de la sociedad moderna cuyo paradigma de mercancía parece ser alcanzar el mayor impacto y la obsolescencia inmediata.
La insatisfacción, la incertidumbre, el olvido y en ocasiones el miedo son algunos de los hilos que tejen el piso de nuestra sociedad de consumo. La rapidez es su constante, el fin precipitado, el fin que anticipa un nuevo principio, la moda del día siguiente.
¿Se imagina qué ocurre cuando la sinergia de esa vida líquida se instala en nuestras emociones? ¿En los objetos de la cultura?
En la opinión de Bauman es más fácil que la vida líquida se instale en nuestros afectos que en los bienes culturales. El arte y la cultura, nos dice, constituyen la mejor resistencia contra esa vida líquida por la incertidumbre que, curiosamente, provocan a los mercados. Las buenas pinturas, los buenos libros, la buena música pueden sobrevivir a varias generaciones; sobrevivir a modas aunque eventualmente algunos de ellos se conviertan en moda.
¿Y qué decir de la relación consumismo y moral? ¿Se imagina que interioricemos la ecuación de que para hacer algo debemos ser alguien y para ser alguien socialmente, tener la capacidad de adquirir? Los Don nadie, son para Bauman, los pobres, los marginados, los daños colaterales del desarrollo de esta vida líquida.
La vida líquida y Daños colaterales son los dos nuevos libros de Zygmunt Bauman, en los que continúa su ya prolongado análisis sobre nuestra modernidad descarnada que adquirimos cada día en una de esas bolsas desechables que encontramos en cualquier lugar y que invariablemente se nos va de las manos.

jueves, 29 de marzo de 2012

De la Ética del Trabajo a la Éstetica del Consumo (Trabajo, Consumismo y Nuevos Pobres - Zygmunt Bauman - Gedisa, 2005)

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 Gracias Arturo.

viernes, 9 de marzo de 2012


Estimados alumn@s

Reciban un cordial saludo y las instrucciones para la elaboración de su ejercicio para la próxima clase.

Deberán identificar aquellos elementos de la cinta que consideren permiten la reproducción social (por ejemplo: la caracola, el miedo, las jerarquías, etc), y estos a su vez, los deberán de oponer a elementos que existen y se presentan en su realidad cotidiana.

En el mismo sentido, deberán identificar aquellos elementos de la cinta que consideren cohíben la reproducción social (por ejemplo: el poder, la ambición, la ausencia de normas –conocida como anomia a partir de Durkheim-, etc), y estos a su vez, los deberán de oponer a elementos que existen y se presentan en su realidad cotidiana.

Dependerá de su experiencia y posición, si consideran que hay elementos que permiten y a la vez cohíben la R.S.

Con ello, deberán reflexionar acerca de cuáles son las rutas que ha seguido la sociedad de acuerdo a su memoria histórica.

En espera de que tengan un fin de semana muy productivo –intelectualmente-, les mando el más cordial de mis saludos.

lunes, 13 de febrero de 2012


AUTOR: Manuel Puig
Grupo editorial Planeta SAIC/ Booket- Buenos Aires- 1º edición 2007
El beso de la mujer araña relata acerca de dos hombres muy diferentes que sufren la injusticia de un mismo orden represivo, se encuentran encerrados juntos. Uno de ellos se llama Valentín Arregui Paz (ideólogo y aspirante a revolucionario), quien se halla encerrado en la celda por pertenecer a un grupo de revolucionarios en contra del gobierno de aquel entonces. Él fue arrestado en una manifestación de guerrilleros. El otro encarcelado se llama Luis Alberto Molina (decorador de vidrieras y homosexual), fue arrestado por creerlo corrupto de menores Al comienzo del libro, cuenta Molina la historia de la mujer pantera.
Molina solía todas las noches contar películas que él vio para que él y Valentín pudieran conciliar el sueño. Las películas que Molina contó fueron: La mujer pantera, Leni y el oficial alemán, La sirvienta y el muchacho, El muchacho sudamericano que corrió con el auto, La vuelta de la mujer zombi y El reportero y la estrella dramática. Molina estaba arrestado en la misma celda, porque el director le ofreció una salida condicional a cambio de que él le otorgase toda la información posible de los planes que pudiesen realizar el grupo revolucionario al que pertenecía Valentín.
La relación entre ambos fue mejorando a través del tiempo. El director de la cárcel manda a colocar un fármaco en la comida destinada a Valentín, la cual cayó en manos de Molina quien enfermo. Dos días después sucedió lo mismo, pero en este caso fue Valentín quien se vio afectado, pero esta vez fue peor que la anterior. Cuando enfermó Valentín, Molina, intervino en la recuperación mediante cuidados y consejos, en primer lugar, evitando que coma la comida de la cárcel y ayudándolo a higienizarse debido a que estaba muy débil y también porque el agua de las duchas era helada y podía contraer otra enfermedad. Ambos se cuentan las historias de sus amantes que ya no pueden ver mas por estar ellos presos sin poder recibir visitas. Valentín estaba enamorado de una mujer llamada Marte y Molina de un mozo llamado Gabriel Ambos se toman confianza entre sí y tienen relaciones sexuales dos veces. Como consecuencia Molina le toma un gran afecto a Valentín tratando de ayudarlo. 
Él le promete a Valentín que al quedar en libertad hablaría con el grupo revolucionario y le daría las instrucciones que Valentín le habían suplicado que se las dijera. Cuando Molina es liberado (condicionalmente) es seguido por la patrulla de la CISL a todos lados, interceptaban todos las llamadas que él realizaba, los lugares que frecuentaba, etc. Un día Molina sé iba a reunir con los con los guerrilleros, pero estos tardaron, por lo cual él es interrogado por policías ya que les pareció un una situación sospechosa. Pero en ese momento aparecen los guerrilleros y al ver esa situación, cree que Molina los esta delatando y le pegan un tiro Valentín también muere, debido a que fue torturado salvajemente, dejándolo sin fuerzas. El libro termina en que a Valentín le dan un sedante y él empieza a soñar con su mama, Marta y Molina.




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